Con cada olor en aquel bus podía generar recuerdos de momentos que aún no habían sucedido, pero que deseaba fueran en algún momento junto a ella. Me encontraba en el fin del mundo intentando escapar, de mi, de ella, de algo que no fue y ese hecho –el no ser- simplemente no me dejaban. Los sueños se habían vuelto tan impertinentes y más allá, donde no había nada más que el mar, las galletas de jengibre, los cigarrillos y el litro de ginebra, donde la inconsciencia divagaba de arriba abajo y yo simplemente trabajaba sobre como intentar olvidar algo que realmente no recordaba, pero se sentía como un vacío…era la inconformidad, el haberlo dejado todo y no haber intentado nada más que, decir cinco palabras en tono sarcástico y queriendo realmente escuchar una respuesta “¿qué se le puede hacer?”
Por Fernando Bermúdez K