La conocía de antes,
su cabello negro y sus labios pequeños,
sus dedos largos y nudillos marcados...
como quería que me durmiera acarieciándome
el cabello.
En enero ya nadie era sincero,
todo había cambiado tanto,
el tiempo se había escurrido entre un lugar y otro,
se nos había deshecho por completo el hilo
que en algún momento nos mantenía..¿unidos?
Mientras se escondía la luna en el mar y me tomaba
el último trago de la botella de ginebra, sentía
el mar erizar mis pies...quería pegar otra vez
las fotos en la pared.
Por Fernando Bermúdez Kuminev
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