Hacia dónde y cómo

Hacia dónde y cómo

viernes, 14 de enero de 2011

Sin presente, sin tiempo.


Existía una situación desde hacía “meses” que daba vueltas en mi cabeza –ya no era ella-, que me hacía caminar en círculos y cuadrados por la noche, perderme en botellas de ginebra, vino, cervezas y a veces algo más. Los cigarrillos eran amigos infalibles, como el reloj rojo y el mismo cassette. Pero todo eso era cuestionable, todo era puramente refutable…no existía ningún motivo real del por qué estar entre todo aquello y encontrarse tan perdido, cuando en realidad, no era más que yo frente a un espejo en un bar del centro, la verdadera situación fue haber perdido el hilo de la conversación mientras tomaba el café por la tarde con Margarita, fue un momento y un espacio aislado. Haber golpeado el lado izquierdo de mi cara contra el piso –o en realidad pudo haber sido mi almohada esa misma noche-, haber escuchado el reloj antes de que sonara y abrir los ojos -esos 5 segundos antes de que sonara el reloj- en la oscuridad.
Los momentos y el tiempo después de haber viajado durante una semana, se habían delimitado en simplemente dos hechos: ver como el cielo se prendía en fuego con cada atardecer para luego dejar nada más que cenizas y restos de objetos brillantes en el cielo –las estrellas-, y sentir el frío en los pies justo antes del amanecer…era así como podía saber que un día más había pasado, que el tiempo pasaba.
Ya recordar las tardes de cafés en aquella esquina con Daniel y Allan era como viajar en el tiempo, perderse en un delirio, era simplemente pasar una película vieja ante mis ojos, pensar en ese tiempo y verlo como un hecho es como sentirse más viejo el día después del cumpleaños…

Quería que esa canción durara por siempre, que esa noche y esos besos hicieran lo mismo, que el olor de la parte de atrás de su cuello nunca se fuera, me estaba perdiendo en un delirio una vez más.

Emociones

Las emociones que invaden mi espíritu son cada día más grandes y fuertes, me siento poseído por el placer, me siento atraído por el vicio, deshecho por el amor y vuelto a la vida por la libertad de haber podido escoger ese camino por el que voy hoy…
El mundo que creíamos ver no es ni la mitad de hermoso que ese universo que se esconde en nuestras miradas, en nuestras mentes. Ese animal que se esconde en nosotros, solo escapa cuando al fin dejamos las apariencias, dejamos a terceros por fuera y solo así podemos sentir, vivir como en verdad deberíamos. En realidad sentiríamos la realidad si nos dejáramos caer por una sola vez, cree en esos sueños, en esas ilusiones y en ese momento romperíamos el cristal y la realidad sería una vez más debajo del mar, la Luna sin explotar nos quemaría y arderíamos en fragmentos que al tocar el aire se hacen uno, convirtiéndonos en estrellas fugaces que atraviesan el cosmos.