Hacia dónde y cómo

Hacia dónde y cómo

viernes, 22 de agosto de 2008


Mi escrito no tiene nombre y la situación se llama “`puntos suspensivos”.
La realidad desde este escritorio gira entorno a un destino lleno de incertidumbre, un pasado que no es tráfico, ni maravilloso es simplemente algo común; pensando en le presente, son las once, y hace una hora sentía el mundo sobre mis hombros, que me iba a derrumbar como cuando los niños –inocentes- despedazan un hormiguero.
Estoy confundido con respecto a los asuntos familiares, no sé que sucederá, ni tampoco que pasará por la mente de mis seres más queridos, creo que es cuestión de tiempo dejar que la tormenta pase y salga el sol.
La nostalgia me ha invadido de hace unos días, cada vez se acerca un “adiós”, que puede me deshaga y me haga llover en lágrimas. A veces pienso en mis amigos y nuestras experiencias, nuestros sueños, nuestros momentos, nuestros cafés y nuestros cigarrillos…como cala hondo en el corazón soñar ese adiós.
Mi conflicto interno: encontrar la paz.
Es tan sencillo, simplemente convencerse de que el mundo si uno lo quiere es felicidad y atreverse a ser un factor de cambio en todos los aspectos, es posible.
Quiero tener esperanzas, quiero pedir perdón, pero el viento se está llevando mis palabras…

Por Fernando Bermúdez Kuminev

martes, 12 de agosto de 2008

06

Arde mi mente 
como el volcán 
que estalla en la lejana montaña, 
se me corrompe el cuerpo 
y se venden productos 
al por mayor en "Zona Roja". 
Como es que hasta 
en la misma
Calle de la Amargura 
las putas y las drogas 
bailan con Los Marcianos de dinero, 
esos que vinieron a matar 
y a podrir la sociedad entera. 
Matanzas y robos, 
como extraño a mi hermoso lugar, 
en un infierno lleno de negro 
se ha convertido lo que verde alguna vez fue. 
Enfermedades y ciudades que se pudren 
con el racismo y el genocidio 
de la naturaleza, 
la arrogancia junto a su compañera la ignorancia,
privados todos y todas de la verdad. 
Así van y matan a la realidad.

Por Fernando Bermúdez Kuminev

miércoles, 6 de agosto de 2008

Desintegración mental.

Primer paso.

Un momento exacto, el instante antes de tocar el agua cuando uno se deja caer. Después de haber consumido doscientos somníferos, ya me había cansado de estar siempre en ese mismo mundo, se había convertido en un cubo que conocía a la perfección, ya la magia había perdido toda su magia simplemente ya no existía…

Empecé a oír esa voz que llamaba, se oían como gritos en la lejanía, me encontraba congelado sobre mi cama boca abajo, casi no podía respirar y sentía la gran necesidad de darme la vuelta y poner mi pie izquierdo sobre el tapete árabe que había comprado una semana antes.
Cuando termine de contar hasta cuatro mil ovejas, decidí concentrarme en la respuesta ¿cómo iba a salir de la entrañas de mi cama? Era más que claro que me tenían atrapado esas sabanas suaves de algodón. Pero bueno empecé a dejar fluir un poco de energía, suministrarla en mi cerebro para poder al menos despegar un poco la mente, ya que el cuerpo estaba totalmente inútil por los somníferos – hoy en día las drogas son peores – que solo habían paralizado mi sistema motor.
Pude levantar la cabeza y era increíble como podía hacerla girar trescientos sesenta grados – era la cabeza de mi espíritu, eso pasa por ver tantas películas de terror – y ver hacia cualquier lado, podía estirar mi cuello hasta diez centímetros más de lo normal y puede divisar al individuo que gritaba, era mi gata Esther, pobre animal quién sabe cuanto tiempo llevaba sin comida, sin leche…decidí levantarme.
Una vez que pude despegar todo el espíritu, lo primero que hice fue poner mi pie izquierdo sobre el tapete árabe que compre la semana anterior. Una vez terminado mi ritual de sentir la tela de la alfombra me di cuenta de lo suave y delicada que era, así que decidí recostarme en posición fetal sobre el pequeño tapiz moro. Mientras estaba acostado Esther me divisó con sus ojos negros, se acercó cautelosa, pasos frágiles y maullaba con miedo; extendí mi mano y la intente acariciar. ¡Ssss!. Me deslicé atravesando a mi gata, recordé que era tan solo un espíritu inútil, me puse rápidamente de pie y volví a ver mi cama. 
Ahí estaba él, mi cuerpo, desecho, desbaratado casi por completo, ¿era o no era yo? Estaba verdaderamente confundido y lo único que se me ocurrió fue ponerme de cuclillas y buscar un rincón entre todo ese vacío, me deslicé rodando hasta ese lugar tan bueno y cálido debajo de mi escritorio, mis lagrimas empezaron a salir solo quería gritar, cada vez que lo intentaban se deshacían mis gritos con una suave brisa que entraba por la ventana abierta del cuarto, mis lagrimas rodaban como cristales que se acumulaban por debajo de las plantas de mis pies…
De pronto se empezó a oír una estridente campana, una y otra vez, sonaba y sonaba. Me desesperé y salí del escritorio quería volarle los sesos a la maldita campana. Y de pronto los atrevidos muebles del apartamento cobraron identidad de bohemios, las lámparas pusieron una luz tenue, el radio puso una estación en la que leen poesía, la refrigeradora abrió el congelador para darle un toque “helado” al lugar y los sillones se fumaban mis cigarrillos. ¿Qué pasaba? Me hice la misma pregunta unas cuatrocientas veces y llegué a una conclusión, la alarma era mi objetivo, era el reloj de la cocina…siempre dije que estorbaba. Intente abrir una de las gavetas de la cocina, pero era un espíritu – he olvidado eso al menos dos veces ya e este desdoblamiento -, entonces decidí hacer lo más práctico agarrar al espíritu de la cocina y sacarle las viseras con las manos, no quedaba opción. Empecé por desbaratar el horno en busca de la maldita campana, tenía que poner el “timer” cada minuto para que sonara solo cinco segundos, hasta que pude encontrar a la maldita campana. Cuando la tuve en mis manos se veía tan brillante me recordaba los ojos de Tom, el gato novio de Esther que había muerto porque el vecino lo enveneno, el viejo decía que era una amenaza para sus preciosos canarios. Desde que Tom se fue nunca antes había visto ese brillante en ningún lado, hasta ese momento. Tome la difícil decisión de ahogar la campana en un lavatorio, pero ocupaba uno que estuviera limpio así que tuve que hacerlo en la pila de lavar ropa. Fue un poco cruel la muerte de esta brillante compañera casera, pero a la misma vez ver como las burbujas dejaron de salir y el ruido en mi cabeza se fue, era un placer similar muy similar para decir la verdad al de tener un orgasmo con la persona que uno más ama. 
Cuando termine “la limpieza”, fui a mi baño era necesario lavar las manos, no había que dejar rastro hoy en día la policía siempre busca algo…
Ocurrió algo curioso en el baño mientras me lavaba las manos empecé a mirar al espejo y miraba mis ojos profundamente, me empecé a perder en el negro de mis pupilas y en un parpadeo me di cuenta de que todo este tiempo había estado acostado en la bañera viendo el hueco por donde se escapa el agua.

Emociones

Las emociones que invaden mi espíritu son cada día más grandes y fuertes, me siento poseído por el placer, me siento atraído por el vicio, deshecho por el amor y vuelto a la vida por la libertad de haber podido escoger ese camino por el que voy hoy…
El mundo que creíamos ver no es ni la mitad de hermoso que ese universo que se esconde en nuestras miradas, en nuestras mentes. Ese animal que se esconde en nosotros, solo escapa cuando al fin dejamos las apariencias, dejamos a terceros por fuera y solo así podemos sentir, vivir como en verdad deberíamos. En realidad sentiríamos la realidad si nos dejáramos caer por una sola vez, cree en esos sueños, en esas ilusiones y en ese momento romperíamos el cristal y la realidad sería una vez más debajo del mar, la Luna sin explotar nos quemaría y arderíamos en fragmentos que al tocar el aire se hacen uno, convirtiéndonos en estrellas fugaces que atraviesan el cosmos.