Al estar recostado sobre mi cama desnudo,
con la leve luz de mi lámpara,
sintiendo un pequeño escalofrío al tocar mis pies
-uno frío y otro un poco caliente-, no
puedo evitar el recuerdo de ver su cuerpo
tendido y desnudo sobre la misma cama,
con la misma luz tenue, las sombras, sus ojos
y su cabello cubriendo mi almohada.
Sí, es cierto, puede que la extrañe hoy
más que antes y también puede que sea cierto
que necesite -no su cuerpo, sino...-, que precise
su voz, su sonrisa, un silencio para poder romperlo
con alguna idea que pase por mi cabeza, volver a
sentir que existe algo, que las cosas son...
aunque no sepa bien que.