La galaxia está en silencio,
salgo discreto y desnudo.
La ropa ya no hace ruido,
no hay más roce con el viento.
Pasó al mar y me lleno las
manos con agua de sal,
me voy a un rincón de
esta gran nebulosa
y así dibujar frente a la Luna.
Hace un tiempo este
personaje no molestaba,
pero desde que se enteró
de mi nuevo fracaso
han vuelto los rayos negros
y carmesí, esos destellos
burlistas que tanto me
torturan por las noches.
Pero hoy me toca a mi,
con el agua del mar, es
cuestión de tiempo,
cuando ella refleje la luz
del Sol, así brillará mi dibujo,
la sal se convertirá en mil
prismas proyectando un arco
iris, creando un paisaje
dándole color atanto negro.
Por Fernando Bermúdez Kuminev
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