Mi escrito no tiene nombre y la situación se llama “`puntos suspensivos”.
La realidad desde este escritorio gira entorno a un destino lleno de incertidumbre, un pasado que no es tráfico, ni maravilloso es simplemente algo común; pensando en le presente, son las once, y hace una hora sentía el mundo sobre mis hombros, que me iba a derrumbar como cuando los niños –inocentes- despedazan un hormiguero.
Estoy confundido con respecto a los asuntos familiares, no sé que sucederá, ni tampoco que pasará por la mente de mis seres más queridos, creo que es cuestión de tiempo dejar que la tormenta pase y salga el sol.
La nostalgia me ha invadido de hace unos días, cada vez se acerca un “adiós”, que puede me deshaga y me haga llover en lágrimas. A veces pienso en mis amigos y nuestras experiencias, nuestros sueños, nuestros momentos, nuestros cafés y nuestros cigarrillos…como cala hondo en el corazón soñar ese adiós.
Mi conflicto interno: encontrar la paz.
Es tan sencillo, simplemente convencerse de que el mundo si uno lo quiere es felicidad y atreverse a ser un factor de cambio en todos los aspectos, es posible.
Quiero tener esperanzas, quiero pedir perdón, pero el viento se está llevando mis palabras…
Por Fernando Bermúdez Kuminev
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