"El hecho se había presentado unas semanas atrás, sin embargo aún sentía impregnado el olor en mis fosas nasales, aquél hedor. Nunca antes en mi vida había sentido tanto asco, un hombre había domesticado (esclavizado-¿amado?) a un par de niños extranjeros –sospeché que los había comprado, ya que aún se podían distinguir ciertos rasgos taiwaneses- y los había hecho morir de infecciones en el estómago, desnutridos, alimentándose de tierra junto a sus propias eses...cuando llegamos al lugar los cuerpos no tenían mucho tiempo de haberse reventado, había gusanos y moscas de todo tipo en el sótano donde los encontramos con aquella inolvidable fetidez. El infeliz que los había matado se tiró de un edificio semanas atrás, tal vez no pudo contener la muerte del par de criaturas, somos prisioneros de nuestros actos"
Por Fernando Bermúdez Kuminev
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